EL SALUDABLE Y PRÁCTICO ARTE DE DIBUJAR CON LÁPIZ
ESTA DISCIPLINA, FRECUENTEMENTE SOSLAYADA, AYUDA A MEJORAR LA MEMORIA Y LA CAPACIDAD DE INTROSPECCIÓN AL COMBINAR PROCESOS COGNITIVOS Y MOTORES.
En diciembre de 2017 un hombre descubrió una cueva hasta entonces desconocida en un acantilado de la isla de Célebes, al este de Borneo, Indonesia. Con no pocos esfuerzos, este hombre se introdujo en la cueva y, para su sorpresa -y más tarde para sorpresa de todo el mundo-, encontró una escena de caza pintada en una roca en la que podían verse ocho figuras humanas persiguiendo a jabalíes y búfalos enanos.
El descubrimiento no iba a pasar desapercibido. No en vano, después de un trabajo en equipo desarrollado durante dos años por expertos arqueólogos, se ha podido saber que dicha representación es la obra de arte figurativo más antigua del mundo. Tiene, nada más ni menos, que 43.900 años.
Aunque hay pinturas en cuevas mucho más antiguas que representan elementos sueltos (la más antigua es un trazo en zig-zag en concha, con 400.000 años de antigüedad, también en una cueva de Indonesia), la de la isla de Célebes es la primera que exhibe una escena narrativa, pues, tal como indican los especialistas, no son la acumulación de pinturas aisladas, hechas en etapas diferentes, sino que este (con las figuras humanas y los animales) fue dibujada en un mismo momento, con la clara intención de contar una historia. Su autor: un Homo sapiens, es decir, un miembro remoto de nuestra especie.
¿Qué nos indica esto? Pues que la pulsión del hombre por dibujar procede desde que puede ser considerado tal. Narrar nuestras vivencias o desarrollar la imaginación está en nuestro ADN. Lo hicieron nuestros antepasados en las cuevas, lo hizo Miguel Ángel en la Capilla Sixtina en el siglo XVI, y lo hacen justo en este instante millones de personas en todo el mundo: en las aulas, en oficinas, en escritorios.
El ser humano dibuja desde que existe, y seguirá haciéndolo hasta la noche de los tiempos. Nuestros antepasados se consagraban a ese arte con lo poco que tenían: sus propios dedos, espátulas o pinceles fabricados a partir de cerdas o plumas de animales.
Hoy día hay varios utensilios de dibujar, y el lápiz, esa herramienta sencilla y versátil inventada a finales del siglo XVIII, sigue siendo la favorita de niños y adultos.
DIBUJAR CON LÁPIZ UN LUJO AL ALCANCE DE NUESTRA MANO
Con todos los cambios que ha experimentado el ser humano y nuestra civilización, con todas las cosas de nueva creación que tenemos a nuestro alcance, ¿de veras merece la pena dibujar a mano 43.900 años después de aquella primera narración inmortalizada por los primates?
La respuesta es ¡por supuesto!
Han cambiado los utensilios y hemos añadido nuevos objetivos. Es cierto que podemos replicar la naturaleza con papel y lápiz, con pulsión testimonial a la manera de nuestros antepasados (que como no eran tan afortunados como nosotros, tenían que hacerlo sobre rocas o paredes), pero quizá también queramos ensanchar nuestros objetivos y desarrollar nuestras inquietudes intelectuales o creativas, contar historias gráficas,…
¿POR QUÉ DIBUJAR CON LÁPIZ?
Dibujar con lápiz es una de las tareas más estimulantes a las que pueda dedicarse una persona, al margen de su edad y de cualquier otra consideración personal. Y, al contrario de lo que algunos creen, no es necesario nacer con un talento natural para dedicarse a esta disciplina artística. Es cierto que las personas dotadas para el dibujo le sacarán mayor partido desde el principio, pero cualquiera puede disfrutar del placer del dibujo, y si es necesario siempre podrá acudir a clases.
Dibujar potencia nuestras inquietudes creativas. El dibujo estimula la imaginación y la observación del mundo que nos rodea, ayuda a exteriorizar las emociones y los sentimientos, y nos invita a conocernos con más profundidad. De hecho, cuando somos niños, el primer recurso para proyectar nuestras emociones o contar lo que nos hace felices o lo que nos preocupa es el dibujo con lápices de colores, no las palabras, que aprendemos más tarde.
Por otra parte, el dibujo a mano alzada conecta nuestras manos con la mente. Nos ayuda en nuestra etapa de crecimiento, de consolidación como adultos y, por supuesto, es una fuente de bienestar y de salud para nuestros mayores, en tanto les ayuda a desarrollar y mantener sus capacidades.
Dibujar con lápiz desarrolla la paciencia y la concentración, y es un medio magnífico para encontrar esa armonía tan difícil de hallar a veces por el tipo de vida tan acelerada que llevamos. Y como bien decimos, el lápiz no tiene edad. Es un potenciador de placer para todos. Mejora la autoestima y la motricidad, estimula el cerebro, aumenta nuestros niveles de comunicación interpersonal.
En fin, es un artículo con muchos aspectos positivos y ninguno negativo.
Fuente: Revista La Papelería
Jeyjo Material de Oficina